jueves, 10 de mayo de 2012

Paris en dos días (PARTE 2)




Nuestro día empezó a las 10 de la mañana del día siguiente y, aunque estábamos bastante cansadas del día anterior, reunimos fuerzas, nos vestimos y nos pusimos en marcha.
Desde luego cuando salí a la calle no me lo podía creer. El cielo no podía ser mas azul ni la temperatura más agradable, ni punto de comparación con Madrid, cosa que me extraño muchísimo.

Paramos por el camino en un starbucks para pedir un café e ir desayunando mientras paseábamos. El primer lugar con el que nos encontramos fue la Iglesia de la Trinidad, una iglesia católica situada delante de un pequeño parque con varias fuentes.
Proseguimos por el boulevard La Fayette, donde se encuentran las galerías Lafayette, bastante famosas internacionalmente, como Harrods en Londres o el Corte Inglés en España. Poco más adelante se encuentra la Opera Garnier, la famosa Ópera de París. El Palacio y las cuevas subterráneas fueron los escenarios en donde transcurrieron los hechos que se narran en la novela "el Fantasma de la Ópera", que ha dado lugar a un musical y varias películas. La fachada es espectacular, mucho más grande de lo que yo me imaginaba, lo malo es que no pudimos ver el interior, nuestro ajustado itinerario no nos lo permitía, así que tuvimos que continuar con nuestro recorrido y dejarlo para la siguiente visita. 
Seguimos por el Boulevard des Capucines, uno de los 4 bulevares que existen en Paris, bastante representativo de la ciudad, hasta llegar a la Catedral de la Madeleine. La Madeleine es un templo católico de estilo neoclásico que no se corresponde con las construcciones típicas de la iglesia occidental, lo que, vista desde el exterior, lleva a confusión, recordando más a una basílica romana. El interior de la Madeleine está proyectado en estilo barroco, lo que crea un contraste muy interesante entre las fachadas y la parte interna de la iglesia. Salimos de la catedral y proseguimos nuestro camino.
Volvimos por el Boulevard des Capucines hasta llegar a  La plaza Vendôme, una plaza típica del urbanismo clásico francés que cuenta como elemento llamativo, una columna en su centro fácilmente visible desde bastante lejos, lo que invita a todos los turistas a acercarse a contemplarla. Después fuimos caminando por la rue de Rivoli hasta la plaza de la Concordia, la segunda más grande de Francia, cuya amplitud no nos dejó indiferentes. Justo al lado, a muy poca distancia, se encuentra el Jardín de las Tullerías, el jardín más antiguo de la ciudad y también el primer jardín público. Decidimos proseguir nuestra ruta atravesando estos jardines y disfrutando del paseo. Se trata de un lugar muy concurrido por los parisinos, es habitual verlos pasear, leer el periódico o tomar el sol si el clima lo permite. Muchos bancos y sillas a lo largo del jardín permiten sentarse tranquilamente a disfrutar del entorno.

Justo al lado nos encontramos con el Museo del Louvre, una parte del cual lo conforma el Palacio de las Tullerías. Tras ver el espectacular edificio que conforma el museo, tuvimos una vez más, que renunciar a entrar por falta de tiempo, y fuimos paseando por la ladera del río Sena hasta llegar a la iglesia de Saint Germain. A lo largo de este recorrido pudimos ver a multitud de gente haciendo ejercicio, corriendo o simplemente dando un agradable paseo disfrutando de las vistas. Una de las iglesias más bellas del centro de París, es la de San Germán de Auxerre. Te recomiendo en la visita que no pierdas detalle de las vidrieras, que son espectaculares, así como el retablo flamenco y un tríptico del siglo XV. Los tres objetos merecen la pena y son quizás los elementos más valiosos desde el punto de vista artístico del interior de la iglesia. Rodeando la capilla nos encontramos una intrincada verja antigua que también merece una parada para verla con detenimiento. Tras ver la iglesia nos fuimos directas a Pont Neuf, el puente más antiguo de los que cruzan el Sena. A través del puente llegamos a una especie de islita llamada isla de la Cité, donde se encuentra la catedral de Notre Dame, bastante mas grande de lo que yo me imaginaba. Es curioso pero todos los monumentos que conocía de Paris me impresionaron por su tamaño que no me esperaba para nada. El siguiente lugar que visitamos fue la Sainte Chapelle, un templo gótico que destaca por las espectaculares vidrieras de la capilla superior. La forma en que la luz ilumina esta capilla a través de sus vidrieras un día soleado es inolvidable.
En la isla de la Cité se encuentra también la Conciergerie. Tras ser abandonada como residencia real, pasó a ser una cárcel en la que importantes figuras históricas estuvieron presas. Se puede visitar un museo que rememora su uso como prisión. Una vez terminada nuestra visita a estos dos monumentos cruzamos al otro lado del Sena para visitar Saint Michel. La magnífica fuente de los leones que está en el frontón del edificio, cuenta con una monumental escultura del arcángel Saint Michel que vence al dragón. Seguidamente pasamos por una preciosa iglesia llamada Saint Julien le Pauvre, situada bajo el árbol mas antiguo de Paris. No es de las más conocidas, pero vale la pena hacer una pequeña parada en nuestro recorrido para poder admirarla.
De camino al panteón  pasamos por la mundialmente conocida universidad de la Sorbona y por el Museo Cluny. En medio del agradable y animado Barrio Latino de París encontrarás este interesante y agradable museo, que se encarga de ilustrar a sus visitantes sobre todo aquello relacionado con la época medieval.
También vimos a pocos metros Saint Étienne du Mont, iglesia en la que se halla la tumba con los restos de Santa Genoveva, patrona de París.


Justo al lado nos encontramos con el majestuoso Panteón de Paris. Este edificio cumple con la función de albergar los cuerpos de los personajes mas ilustres de la ciudad. En el están enterrados personajes como Voltaire, Rousseau, Marat, Víctor Hugo, Émile Zola, Marie Curie y Alejandro dumas entre otros.
Continuamos por La Rue Mouffetard, donde los olores frescos de la fruta y la bollería inundan la calle. Es una calle realmente transitada donde no dejaremos de ver diferentes puestos, tiendas típicas y encantadoras terrazas que nos invitaran a sentarnos constantemente (tentación a la que tendremos que renunciar ¡ya abra tiempo para comer más tarde!).
A medida que descendimos la calle, adoquinada lo cual le da mas encanto, encontraremos además de puestos, multitud de creperías y  pequeños restaurantes donde podremos comer mucho por bastante poco. En nuestro caso nos compramos tres crepes enormes y decidimos ir al parque des plantes a comérnoslas tranquilamente
Al final de la calle llegamos a una pequeña plaza, pequeña pero deliciosa. Tiene un pequeño jardín de flores de colores y coronando a la plaza, una fuente en la que el agua borbotea en forma de flor, sin estridencias, pero produciendo ese efecto de relax cuando la escuchas tranquilamente.





Ahí mismo hay una antiquísima iglesia llamada Saint Medard, que tiene un halo de misterio y atracción curioso. Una vez en el  Jardín des Plantes nos sentamos en un banco y nos dispusimos a comer. Nos habría gustado poder sentarnos en la hierva, que sinceramente fue una tentación difícil de superar, pero los carteles de prohibido por todas partes nos hicieron desistir de la idea.
Una vez hubimos terminado decidimos reiniciar la marcha. Mi prima nos dejó en ese momento, no sin antes proveernos de un mapa con los monumentos señalados que nos quedaban por visitar a esa orilla del Sena. Más tarde las tres nos reuniríamos en el otro lado del río, en la parada de metro Grand Ville. Nos dirigimos entonces rumbo a los jardines de Luxemburgo, aunque no pudimos evitar toparnos con una curiosa mezquita en nuestro camino, la Mezquita de Paris, la cual me llamo la atención por tener un restaurante integrado de comida típica árabe en su interior, además de cumplir su función como edificio religioso. Por fin llegamos a los jardines de Luxemburgo. Aquí pudimos encontrar multitud de quioscos y zonas ajardinadas. Me comento mi prima que en ocasiones se pueden alquilar barquitos a control remoto para hacerlos navegar por el estanque, yo no vi ninguno, esa es la verdad. Paseando pudimos ver un centenar de esculturas, paseantes románticos, lectores, estudiantes, deportistas…aunque por lo visto fue mucho más espectacular en el pasado, ya que del jardín inicial sólo queda un monumento, la fuente de María Médicis. Vale la pena buscar este lugar, que no es de los más visibles.
 Nada mas salir de los jardines nos encontramos con la iglesia de Saint-Sulpice. Yo conocía esta iglesia por el código da Vinci, donde tal como estaba descrita o como mi imaginación pudo interpretarla, era mucho mas monumental que como es en realidad. Al lado nos encontramos la terraza de una cafetería que nos llamaba a sentarnos a disfrutar de un café con unas buenas vistas…..ERROR! nos cobraron 6 euros por cada café, con lo cual comprendimos que jamás hay que pedir nada en ningún establecimiento cerca de un monumento famoso, a no ser que nuestro presupuesto nos lo permita claro. Después de haber descansado y de que nos hubieran timado, proseguimos camino en dirección al río Sena asta llegar al Musee d´Orsay. Mas tarde llegamos a los inválidos, no sin antes pasar por el  Palais Bourbon, monumental palacio que en la actualidad, tengo entendido, alberga un hotel.
Por fin llegamos a los Inválidos. Los Inválidos es un gran edificio del siglo XVII, situado muy cerca de la Escuela Militar, donde se encuentra hoy en día el Museo del Ejército. En este momento el calor era bastante sofocante y sentimos mucho no encontrar a nuestro paso ningún puesto, kiosco o vendedor ambulante que nos pudiera vender un poco de agua. Acto seguido pusimos rumbo a la torre Eiffel. Para ello tuvimos que cruzar los Campos de Marte hasta finalmente llegar a la torre. No tengo palabras para explicar lo majestuosa que me resulto esta torre.  La vimos desde todos los ángulos y todas las perspectivas mientras decidíamos si subíamos o no. Finalmente nos decidimos a subir, pero tras ver la cola (interminable) y mirar acto seguido nuestro reloj nos dimos cuenta de que se nos había echado el tiempo encima y quedaban pocos minutos para nuestra cita con mi prima.  Fuimos hasta la parada de metro Grand Ville puntualmente y nos dirigimos las 3 a la Fuente de los Inocentes, una fuente de estilo renacentista bastante vistosa, que según creo se sitúa en lo que un día fue un cementerio. Al lado podemos ver también el Forum les Halles y la fuente Stravinsky. En esta fuente había muchísima gente joven paseando y sentados en torno a la fuente. Recuerdo en particular a un grupo de chicos bailan breakdance y un señor haciendo un dibujo inmenso en el suelo con tiza que me dejo francamente impresionada. En frente se sitúa el Centro George Pompidou, donde se celebran con frecuencia multitud de exposiciones. En mi opinión es un edificio realmente complicado, y digo complicado por no decir que objetiva y estéticamente ablando el edificio es feo. Se asemeja a un nudo de tuberías de todos los colores, lo que recuerda a un coche al que han olvidado ponerle la carrocería.
Aquí termino nuestra ruta turística del día, ya que estaba empezando a anochecer.
Esa noche decidimos coger un taxi y parar en el supermercado para preparar la cena en casa y así ahorrar un poco. Cenamos, nos arreglamos y nos fuimos a casa de unas amigas de mi prima a hacer copas para más tarde salir. Esta vez los sitios elegidos fueron El Bus Palladium, un local donde estuvimos cantando en el karaoke, lo pasamos realmente bien, y terminamos la noche en el Raspoutine. Nos resultó bastante complicado entrar sin pagar pero una vez más, el hecho de ser mujeres, en este aspecto, nos ayudó bastante.
Tras este largo día finalmente nos fuimos a casa, y tras comprar un bocadillo en la crepería de enfrente, caímos redondas en la cama  hasta el día siguiente. Buenas noches Paris.
.


No hay comentarios:

Publicar un comentario